16 diciembre 2011

Autodestrucción

Llegaron las lluvias, la tormenta con ese azul especial y único. Comenzó el delirio musical en la cabeza de las personas, o eso decían ser. Incontables minutos por aquellas paredes... inertes. Unos tanto, otros demasiado... no diré poco, arriesgados. Aparecer tú en un momento inesperado, en el que resultaba que esquivaba todo lo que te lleva a ti. Y el vicio me consume a tu lado... ya no pienso, no utilizo la razón. Soy capaz de ser un super héroe, pero tu inhibición es como un oceáno, y ahora necesito encontrar el porque... No escucho lo que escribo, simplemente lo hago sin más. Soy yo la que se va y tu el que dices no, incoherente vida. Otra despedida más... como siempre un supuesto hasta luego que jamás será cierto... inesperanza. El bar se quedará vacío cual desierto con captus, pinchos que no dejan ni pasar el aire. Me siento tan fuera de todo esto, no pinto, nada que tenga que ver conmigo. Tantas preguntas y respuestas insatisfactorias, y un volver a caer...

¿Dónde vamos tan deprisa? me pregunta tu sonrisa...
No lo se... creo que es un bucle de simple vicio que tiene un final dañino, por lo menos para uno de los dos...

¿Dónde esta esa máquina de los pensamientos? Es tan simple como caminar hasta que salga el sol... robarte.
Busco palabras que no me dices, intento sacartelas con un sacacorchos de acero, inútil intento, lo rompes, hierro. He robado, he mentido y he matado hasta al tiempo. La realidad que necesito se ha ido, ya no está. Impedimentos constantes, no es mi máxima preocupación, los pongo yo, los pones tú, empates continuos.
En la noche oscura, esperando a ver si sale la luna... dejándome al viento llevar. Y me guía hasta el desierto, y me pincho. Quedate muy cerca de mi... nube tintada.

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