31 diciembre 2012

A los ejes del polo...

digo adios y hola, como olas del mar que van y vienen controladas por la luna. viento de soledad se avecina, y no hay superación ni límites, no hay miedos ni amores, sólo desesperación, sólo aburrimiento, sólo cansancio de pensar que nada ha cambiado, que esta reflexión no es ahora, es de diario, que pongo por medio barreras para dejar paso a lo que quiero, y no lo alcanzo, deliberaciones de amores escondidos que no quiero. tarta de infelicidad, mentiras y egoísmo entre nosotros, y sigo pensando que todo esta para destrozarlo, y ya no sólo lo inmaterial, sino lo humano, el corazón esta para dejar de latir, los huesos para romperse, los músculos para ahogarse... y mi voz para dejar de gritar, por afonía.  pastel de plastilina, de juego infantiles, en los que dejar el tiempo de lado y pensar en el día de mañana, y nada más. verde, lila, azul y blanca. nadie, nadie aún, me ha hecho sentir como el volar cuando me deslizo, cuando me ausento y no estoy, cuando estoy apunto de caer y no caigo... cuando la tecnología no existe, y sólo puedo ver más allá, cuando me dispongo a observar los detalles y la lejanía. cuando quiero ser cantante y desafinar, cuando quiero crear melodías que me hagan bailar, cuando deseo correr y desgastarme a mi misma, utilizarme como si nadie más, como si no pudiera llegar, como si no hubiera ni fin ni principio. quiero ser sin ser, quiero estar sin estar, quiero pintar lo que no se puede plasmar, el viento, la fantasía, los sueños, las melodías que te hacen llorar. juegos, cuando estas con los demás, se piensan que soy de hierro, indestruible armadura, acero puro forjado por elfos, y todo me hace llorar, como me dijo una vez alguien, he aprendido a llorar por dentro, desde mi cabeza caen lágrimas que no se exteriorizan, cual cascada llena de dolor, llegando a mi garganta, pasando a mi estómago, matando a los cientos de mariposas que llegaron a estar alguna vez, haciendo imposible lo posible, destruyendo los sueños que algún día me hicieron avanzar, consiguieron levantarme, y ahora tan solo queda el sabor amargo de la nada...

Quiero un tutu.

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