14 diciembre 2012

Océano de hielo

Agua congelada. Que me ha llegado el tiempo de la locura y el padecimiento, el tiempo de los sentimientos de impotencia y crueldad. Donde las lágrimas se me congelan antes de caer por el precipicio, antes de agarrarse a mi cuerpo y decidir desaparecer como yo quisiera realizar. Tantos días malos, tantas desesperaciones, que ya ni él me calma, ni nadie, ni tú que te empeñas en destrozar mi sonrisa. Que no deja de levantarse con alas blancas de ángel destrozado, y de buscar motivos o drogas que le hagan salir de estos labios que la encierran. Luz que has decidido viajar a algún lugar lejano, te persigo y no te encuentro, y no sé si querrán volver, lo que me da tantos escalofríos durante mi dulce soledad, lo que hace que estas manos se mantengan todo este invierno frías, heladas, sin nadie que las coja y con miedo a tocar. Que estoy reptando por el suelo cual humano sin fortaleza donde refugiarse, que me han atacado y han dado en el blanco, y ahora es cuando quiero ir en contra de todas mis creencias, de todas mis esperanzas, cuando el no se hace mi bandera y desilusión, cuando la espada ha llegado y el dragón ha volado, cuando los sueños están evaporados y se han quedado las pesadillas de la vida, de lo que puede ocurrir, de las incertidumbres que cada vez están echas más realidad. Terrores nocturnos que las hadas no consiguen hacer desaparecer, nevado corazón y eterno pasatiempo que se llevó toda la magia de mis días, muñeco de nieve que espantas a los cuervos que quería, y todos están junto al sol en este invierno, y yo, me he quedado sola en el desierto congelado, donde las olas son de piedras heladas y las nubes lo cubren todo y la luna ya no me quiere ni ver, no me sonríe, las estrellas fugaces han decidido caer a modo de avalancha justo cuando yo no miraba para alzar mi voz. Estoy afónica por dentro, estoy sin destinos ni deseos, sin paraísos ni cataratas, sin bosques ni playas.

Sin aviones, sin ayudas, sin sujeciones y tan atada...

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