20 diciembre 2013

el ahora

No segura le volvió a preguntar de nuevo, y él ya no le respondía, cansado de decir lo mismo una y otra vez. Pero ella sólo quería volver a oírlo, a sentirlo, a escuchar su voz... Su mirada se cruzaba entre medias de un mar de lágrimas que se ahogan por dentro, hasta que ya no lo hizo más. Y sólo quedó su falsa sonrisa. Cuando no tenía que aparentar se escondía entre las sombras de su soledad, fijando la mirada en cosas sin importancia para no distraerse. Simplemente quería divagar de un lado a otro, pensar en lo que ya no tenía, en su círculo... hasta darse cuenta de que, efectivamente, se encontraba en la soledad, ya era seguro. Podía rendirse al olvido y desear otras cosas en su interior, aunque no quería ser como las demás que lo soltaban todo, solamente decidió tragar, y seguir divagando. Mirando tras los cristales del autobús, unas veces llenos de vaho, otras con gotas de la lluvia, y otras simplemente esperando a volver a ver el sol, un amanecer...

Volviendo a casa se dio cuenta de que había sido un día largo, sin provecho como de costumbre, en el que le faltaba algo, o alguien, y aún lo tenía que descubrir, así que se mantenía en espera. Intermitente. Siguió observando, hasta recordar ese color... Ese día de tormenta, mejor en plural. Ese azul que ni es, ni deja de ser. Ese adiós al día, hola a ti. Luna y estrellas. Al silencio de los crímenes, a las sirenas de los peligros, a las farolas tiritando de frío, a mi madrugando... Con un vuelta a empezar en la rutina.

Pensaba que esto iba a ser de otra forma, pero una vez más, lo bonito tendrá que esperar, quizás a mi muerte. Los sueños, eso son, y no van más allá. Las ideas, se quedan en la cabeza. El valor, se queda parado, cediendo a la cobardía y el miedo. Y cuando no pueda, estoy segura de que entonces vendrá, para reírse de mí en mi cara de anciana y de fragilidad. De cristal lleno de polvo. Hasta romperse, arrepintiéndome.

Y ya sólo me queda el reflejo de tus ojos.-

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