14 enero 2012

Secretismo

Hoy el pintar me mueve más que un terremoto. Esas fueron sus dos ultimas palabras antes de viajar al extranjero, decía que se iba a un retiro espiritual en las montañas que recorren tres países. Estaba en lo cierto, se marchó sólo, con su lienzo en blanco, unas pinturas y tres pinceles de distintos tamaños. Siempre decía que el mejor era el pequeño, pero jamás supe entender muy bien el porque... detallista. Le gustaba mucho ese artista, por el cielo que dibujaba, sus estrellas eran lunas. Tan llenas de esplendor, de blancura, rodeadas por ese azul impresionante. Y luego llegaban todos esos detalles y esos colores que nada tenían que ver. Indeterminados. Nunca se haría famosa, pero siempre le sacaba una sonrisa el estúpido lienzo que me quitaba protagonismo. Un día escondí todos sus cuadros, y ella se volvió loca buscandolos, sabía que habia sido yo, asi que me hizo las maletas y me echó de casa, gracias que estaban fuera de la casa, por lo que pude volver, siempre podré volver, estoy seguro. Mi tumba, pintada por ella. Mi cuna, destrozada por ella. Y el corazón fingiendo enfermedad alguna. Así me encuentro hoy. El teclado que sube y baja de nivel, como extraño la máquina de escribir, tanto había que cuidarla, y ella cuidaba de ti. No dejaré de pensar que hubo una época en las que las películas que se mostraban al público debían de ser impresionantes, o sino perdías. Tan llenas de paisajes, de mensajes, de inspiración. Melodrama oculto mezclado con dramatismo y un toque de cine negro. Pinceladas. Me encanta como el arte mueve este mundo. Jamás podré poner prioridad entre la fotografía, la literatura, la pintura, el cine y la música. La comida que siempre acompaña y una buena dosis de oxígeno. Incienso y hielo. Me gustaría inventar una frase de esas que te gustan repetir a diario, simplemente porque te llenan, porque te hacen superarte en el día de hoy, porque te dan valor de seguir y conseguir más y más. Sí, no me gustaría ni ser escritora, ni pintora, ni compositora, ni fotografa, ni directora, sólo conseguir un trocito de cada inspirado por mi misma y que no me canse jamás de observar al susodicho supuesto. Como si encontrara todas las mañanas un dragón y un hada, siendo tu y yo, extraños, únicos, especiales, y jamás pensar que quiero cambiarlos como instrumentos absurdos creados por la sociedad. Sobra una pizca de negro y verde oscuro, un marrón que se disecó y ahora sería útil. Quiero que el tiempo se te pase volando y a mi se me haga eterno.  Y aqui llega la responsabilidad, me atrapa con sus enormes zarpas, he de irme.

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