21 octubre 2013

Mientras nuestra melodía,

Existe un momento en la vida para todo, pero no a la vez, momento de divertirse, momento de sonreír, momento de no pensar... e instantes, cambios, en los que llorar, responsabilizarse, comprender, aguantar, ser fuertes. Me estoy jugando un pulso, uno muy largo, en el que tiempo avanza a gran velocidad, y, aunque parece que no me doy cuenta, es cada segundo el que me sopesa. Y mis momentos se han dejado atrás, y sólo quedan los instantes, son pocos los tiempos en los que decido olvidar mi memoria. Simplemente porque la vida me ha dejado comprender que no soy esa persona, porque si olvido, tropiezo, y caigo muy muy profundo, tanto que siempre me ha costado salir, jugándome mi actitud, mi personalidad, mi propia sonrisa, mi vitalidad, mi color, mi creatividad. Haciéndome que se fuera todo más atrás, escondiéndose en lo profundo de mi ser, para no salir... Cuando tan sólo te ocurre una vez, es fácil que vuelvas a salir, pero cuando ya llevas cinco, intentas imponer tu realidad al resto de personas, que no han tropezado tanto como tú, o, simplemente, la vida no les ha dejado ver el mundo como a ti... No tienen esa mirada que tienes tú, esa comprensión, tu realidad. No saben entenderte cuando te expresas, pero eso no es nada nuevo, ya que eres especial, y no hay nadie que te comprenda mejor como tú misma. Te estresas midiendo el tiempo, el tuyo y el de él. Deseas que lleguen ciertas cosas, aunque son los momentos que más temes llegar, como tú los llamarías, un tiempo para no volver atrás, un tiempo no tradicional. Además, no sólo eso, que durante estos últimos meses te has limitado a cambiar, a ser más seria, dejando una parte tuya, que era importante atrás, y no sabes si has hecho o no lo correcto... y sólo esperas desesperadamente, con todas tus ansias, que eso tenga alguna recompensa, porque es en lo que siempre has creído, pero siguen sin valorar nada... Yo sigo pensando que mi recompensa serás tú, en algún momento, tarde o temprano. Y no te has dado cuenta, o sí pero no dices nada, que ya no pinto por más que quiera, que ya no están tales animales como  el dragón, el lobo y el zorro. Que las hadas ya no son reales y yo soy la única realidad. Me da tanto miedo dejar todo atrás... para poder seguir avanzando... pero tengo claro que -si no cierro algunas ventanas no podré abrir nuevas puertas-. Espero que tú también lo tengas claro, porque no quiero avanzar sola y que tú te quedes atrás.

Necesito despedirme de ciertas cosas. Para no volver.

Así dejaremos que nuestra melodía vaya avanzando, y tenga momentos en los que aumente el tono de nuestras voces, otros de un sólo de piano, y otros en los que se combine con el violín. Y pintaremos, juntos, nuestros sueños.

Ya sabes que nos espera un invierno en el que tú vas a ser mi sol, y yo tu luna, para guiarnos: las estrellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario